Actuaciones en el puente romano de la puerta del puente y de la Calahorra

Córdoba, Córdoba, Andalucía.

Datación de la obra: Siglos I, XIV, XVI y XX.

Solicitante: Elena Cortés Jiménez.

Motivo del galardón:

El jurado ha valorado especialmente la manera en la que se han compaginado actuaciones que a menudo entran en conflicto, como son las exigencias de conservación y las necesidades prácticas y sociales de la ciudad.

Las actuaciones en el entono del Guadalquivir, que han durado ocho años y costado treinta y tres millones de euros, han devuelto a la ciudadanía cordobesa un espacio urbano de primera categoría por su belleza y significación histórica.

A principios de la primera década del siglo XXI se establece la necesidad de intervenir sobre una serie de elementos históricos de la ciudad, que conforman un eje monumental de entrada a Córdoba y que tienen en común el protagonismo del río Guadalquivir. La importancia de estos elementos históricos en la propia construcción de la ciudad era más que conocida, pero diversas actuaciones durante el siglo XX los habían condenado un aislamiento social y urbanístico, por culpa de la introducción del tráfico rodado, y a un deterioro funcional. El Puente Romano, construido aproximadamente en el siglo I, tuvo un papel prioritario en el desarrollo de la ciudad y fue durante muchos siglos el único paso del río Guadalquivir hasta su desembocadura. Diversas intervenciones en todas las épocas habían enmascarado su aspecto o cubierto algunas de sus partes.

El objeto del proyecto era devolver al Puente su aspecto del siglo XIX, a la vez que se incluían elementos perdidos, y adaptarlo a las necesidades funcionales del siglo XXI, convirtiéndolo en peatonal. La Puerta del Puente, originalmente puerta de acceso a la ciudad, se había convertido en un arco de triunfo y por la elevación del paseo de la ribera del río permanecía en el interior de un foso, sólo accesible por una escalinata en la fachada interior. La intervención, además de la restauración del monumento, incluía la construcción de una instalación interna donde hoy se aloja una pequeña exposición de imágenes y grabados sobre su historia, y un acceso a su parte superior, convertida en mirador. La actuación sobre los entornos se centró en rebajar la cota del paseo de la Ribera, posibilitando su uso como puerta o zona de paso, desde el puente al interior de la ciudad, y haciéndolo peatonal.

En cuanto a la Torre de La Calahorra, primero puerta de control de acceso al puente en su época árabe y después bastión, la intervención se centró en la restauración y urbanización de su entorno, así como en la eliminación de elementos funcionales del siglo XX en desuso, como un acceso lateral para vehículos que cubría uno de los arcos finales del puente. El resultado final no fue sólo la restauración de los tres monumentos y la urbanización de sus entornos, sino la recuperación para la ciudad de un espacio de paseo junto al río, al que se había dado la espalda desde el punto de vista urbano y social.

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