Villa romana La Olmeda

Pedrosa de la Vega, Palencia, Castilla y León.

Datación de la obra: Siglo IV-V d.C.

Solicitante: Ángela García de Paredes e Ignacio Pedrosa.

Motivo del galardón:

Por la conservación in situ de un gran conjunto de mosaicos, hoy convertido en Museo, que debe su supervivencia a la sensibilidad de los propietarios de la finca en cuyos terrenos se encontraron, de manera fortuita, estos vestigios romanos.

Rememorando el legendario descubrimiento de Pompeya, un labrador halló un bronce romano en 1968 en la Olmeda. En 2009 un flamante yacimiento de mosaicos romanos fue reinaugurado en un espacio expositivo de última generación.

La aparición casual de una pequeña pieza romana de bronce al arar unos sembrados, llevó al descubrimiento, en el año 1968, del yacimiento arqueológico de la Olmeda. Las excavaciones sacaron a la luz una gran villa rural de finales del imperio romano. Durante doce años, Javier Cortés Álvarez, propietario de la finca, excavó y mantuvo el yacimiento bajo su propio coste. En 1980 lo donó a la Diputación de Palencia, y en consecuencia, se fundó el Patronato de la Villa Romana de Olmeda. Las excavaciones se han prolongado durante diferentes fases, y entre 2005 y 2009 el yacimiento ha sido cerrado al público para la ejecución del proyecto básico de “Adecuación del yacimiento arqueológico de la villa romana de Olmeda”.

En la actualidad, el recinto arqueológico se organiza en cuatro naves, sustentadas sobre pilares metálicos que sortean los restos arqueológicos. El problema estructural se aborda desde un espacio organizado celularmente en el que la cubierta es protagonista. El interior se plantea como un gran recinto continuo, dentro del cual se integran, sin romper esta continuidad, los distintos elementos. Este sistema permite cualquier ampliación que pueda necesitarse en el futuro. El entramado estructural es de base romboidal de pletinas de acero. En el exterior se reviste de chapa de aluminio, mientras que en el interior aparece como artesonado. El cerramiento perimetral se proyecta con módulos de chapa metálica perforada, trasdosada con policarbonato traslúcido para proteger el recinto arqueológico y matizar la entrada de luz natural. Los troqueles del cerramiento de chapa varían su densidad según la altura para integrarse con el paisaje arbolado. Dentro del gran espacio cubierto, las distintas piezas de la villa están envueltas con tejido metálico, favoreciendo la contemplación de los mosaicos iluminados en ámbitos diferenciados.

Se quiere así presentar al visitante un organismo complejo en el que se descubran las zonas excavadas y las diversas estancias que forman la villa, evitando dominar de un solo golpe de vista toda la excavación. El recorrido interior, que se realiza mediante una pasarela de madera, rodea el impluvium en una cota elevada respecto a los mosaicos, conduciendo al visitante hasta las termas. Esta pasarela se ensancha y estrecha según los puntos de contemplación de los mosaicos bajo la cubierta continua que envuelve la excavación.

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