Real Colegio de España en Bolonia (Italia)

Bolonia, Italia, , .

Datación de la obra: 1364 -1367.

Solicitante: José Guillermo García Valdecasas, Rector.

Motivo del galardón:

El jurado ha admirado la belleza y el detallismo de la escrupulosa restauración, especialmente la de los frescos, así como la valentía y la perseverancia de mantener el empuje y a la vez el esfuerzo financiero durante tan largo período.

El colegio de España en Bolonia es el único de los colegios universitarios medievales que subsiste en la Europa continental.

El Colegio de España, fundado por el Cardenal Don Gil de Albornoz en 1364 y construido conforme a sus planos en Bolonia, es el único de los colegios universitarios medievales que subsiste en la Europa continental. Pese a ser una fundación benéfica privada – mucho más antigua que el Estado español – sin subvenciones externas de ningún tipo, en 1890 el español Ministerio de Estado (hoy de Asuntos Exteriores) se hizo con ella y la condujo a la total ruina. El jefe de la familia Albornoz, Patrono del Colegio según los Estatutos de Don Gil, logró rescatarlo (1914-16) y restituirlo a sus fines propios. La fundación, aunque entonces en la penuria, iba a vivir un siglo muy brillante gracias a los logros académicos de sus becarios.

La tarea premiada tuvo por forzoso comienzo en 1978 la reconstrucción económica y, a la vez, el estudio de las modificaciones introducidas a lo largo de medio milenio en el edificio, considerado hoy un precedente muy relevante de la arquitectura civil renacentista. Por fortuna, el Colegio conserva casi intacta su documentación desde el siglo XIV. En ella constan – con fecha, coste y materiales empleados, amén de algún artífice – paramentos y enlucidos, solerías y techumbres, alcantarillados y sótanos, portadas y dinteles, alcantarillados y sótanos, etc. A partir de las catas iniciales, conforme crecían los ingresos del instituto, también fue posible someter albañilerías y decoraciones de dudosa antigüedad a la datación por luminiscencia y el análisis químico de los pigmentos. Otras averiguaciones demostraron la formidable solidez de la estructura. En cambio su epidermis primigenia, al eliminar los modernos enlucidos, resultaba herida por multitud de rozas correspondientes a instalaciones (desde el gas en adelante). Fue menester sanarla con injertos de ladrillos coetáneos y estuco de cal con arena rubia. Siguieron incontables obras parecidas.

Hoy, desde los sótanos al tejado, apenas hay algo en el edificio que no haya sido objeto de profunda restauración. Los libros contables del Colegio también reseñan pagos cuantiosos en los siglos XIV y XVI a grandes pintores cuyas obras no eran visibles. Dar con ellas y liberarlas de cuanto las encubría – ya fuese simple encalado o falsedad neogótica – iba a ser una labor tan larga como rica en satisfacciones: aunque a veces sólo se descubrieran trazas de frescos eliminados a principios del siglo XX – como los de Anibale Carracci -, cupo sacar a la luz otros de Andrea da Bartoli, Lippo di Dalmazia (s. XIV), Biagio Pupini, «Tommaso» (¿Laureti?) y un retazo de Lorenzo Sabattini ya después del premio.

Otros premios en :
No items found